El pasado fin de semana, 24 y 25 de noviembre, tuvo lugar en Sevilla el IV Congreso de expertos docentes, donde se han abordado los retos de la escuela en el siglo XXI, organizado por el Observatorio Crítico de la Realidad Educativa (OCRE) y por la Asociación de Profesores de Andalucía (APIA). En un ambiente agradable y distendido, profesores de diversas comunidades y niveles educativos, hemos podido disfrutar de diversas ponencias y mesas redondas, en las que se han discutido diversos aspectos de la educación, como las políticas educativas, el papel de la educación en la sociedad, así como las metodologías y la evaluación.
Podríamos destacar la ponencia a cargo de Inger Enkvist, reputada filóloga y autora de diversos libros sobre educación, que nos ha aportado luz sobre los procesos de la enseñanza y el lenguaje, con ideas desarrolladas siempre a partir de evidencias científicas. De su ponencia podemos destacar la importancia que tiene en los resultados académicos el que la familia converse con sus hijos, enriqueciendo su vocabulario, así como que tenga interés en lo que el niño o niña aprende. Si bien en el discurso político se establece la importancia del nivel socieconómico, no es realmente así, diversos estudios demuestran que en familias con bajo nivel, pero que dedican tiempo al niño o niña, estos tienen éxito en su aprendizaje. Por ello también es fundamental que el profesorado tenga un lenguaje adecuado y rico. También destacó las evidencias de que el orden y las normas claras en el aula son fundamentales para un adecuado aprendizaje, y no solo por ello, sino por que también se favorece la autodisciplina del alumnado, algo muy útil en su futuro académico y personal. Respecto a los enfoques didácticos novedosos en los que el alumno o alumna es un mini-investigador expuso su opinión de que no es viable, ya que en estas edades se carece de las capacidades para ello.El resto de ponencias y mesas redondas han sido también de gran interés y podríamos destacar de todas ellas una serie de ideas fundamentales que surgen de los diferentes debates realizados:
La primera es sobre el papel de la educación, que tiene el gran reto de formar futuros ciudadanos responsables y con capacidad crítica, una tarea nada fácil. Sobre este asunto se destaca que sin la transmisión de conocimientos, que no son solo datos que almacenar en la memoria, sino también teorías, ideas y estrategias, es imposible una formación completa del individuo. Surge la pregunta interesante de: ¿Qué potestad tiene nadie para privar a otros de la cultura que ellos o ellas si han adquirido?, haciendo referencia a los responsables de los actuales currículos, vaciados de contenidos. Por otra parte, en relación a la sobrecarga que sufre el profesorado en tareas no académicas, surgieron las siguientes preguntas: ¿No estaremos exigiendo a la escuela demasiado en cuanto a su papel en la reducción de las desigualdades?, ¿Es realmente el principal papel de la escuela el de asistencia social?, ¿No se estará descargado en ella excesivamente el peso que debería repartirse entre otras instituciones?.
La segunda idea que ha atravesado todo el congreso es la cuestión de las metodologías novedosas. Se discutió la cuestión de si lo último en aparecer es lo más adecuado para enseñar, y no siempre es así, novedad no es garantía de eficacia. Se pone como ejemplo lo que ocurrió al implantarse la LOGSE con el constructivismo, que se apoyaba en las teorías de Piaget, teorías sobre la forma de aprender en edades tempranas (que hoy son bastante discutibles), y que han tratado de aplicarse para cualquier edad y proceso de enseñanza, con el fracaso ya constatado, ya que el aprendizaje no solo depende de la etapa de desarrollo del individuo sino de múltiples factores individuales y contextuales. Actualmente el paradigma es el aprendizaje competencial, que en general suscita dudas en cuanto a su eficacia, ya que su formulación es confusa y desplaza los contenidos a un segundo plano. En repetidas ocasiones se expone la idea de que sin conocimientos previos no se puede ser competente, algo que parece muy evidente. Se discute en varias ocasiones que las metodologías pedagógicas novedosas tienen que estar avaladas por evidencias científicas y no por modas o discursos biensonantes.
Una tercera idea hace referencia a la evaluación. Se trata el tema de los criterios de evaluación de la normativa actual y la idea predominante es que tal como están formulados son confusos y entorpecen la labor del profesorado, así como que son poco inteligibles para el alumnado y su familia. Tras discutir cuáles son los instrumentos de evaluación más adecuados, se llega a la conclusión de que deben ser lo más objetivos posible, y aquí se argumenta que las pruebas escritas (exámenes) tienen esa objetividad, siempre que la prueba este bien diseñada por supuesto. Además el examen es un documento con carácter oficial que queda registrado y permite una justa revisión, a diferencia de otros instrumentos, que son más subjetivos, y carecen de entidad como prueba ante una posible reclamación.
En definitiva han sido unas jornadas interesantes y agradables donde se han tratado temas centrales de la educación, que siempre está sujeta a grandes debates y polémicas. Esta polémica quizás exista por el empeño continuo de ideologizar la enseñanza que ha impedido hacer el análisis y debate necesario para una educación digna y justa. Dicho debate sereno y reflexivo está por hacer en nuestra sociedad y es imprescindible si queremos un sistema educativo que forme auténticos ciudadanos que sepan superar los grandes retos que nos esperan.
Creemos que este tipo de jornadas son fundamentales para el profesorado ya que permiten el intercambio y contraste de ideas, que siempre es enriquecedor y necesario en una profesión tan compleja, y actualmente poco reconocida, como la nuestra. Damos las gracias a los organizadores y esperamos que pronto haya muchos más Congresos, jornadas o encuentros de este tipo.


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